Ad Legionem ha sido excavado y documentado, ofreciendo valiosísimos detalles sobre el mundo romano y los orígenes de León. En 2013 se decidió sepultar los restos para la construcción de una avenida. En revives, hemos querido colaborar para preservar virtualmente su riqueza, particularidad y trascendencia.

Historia:

Entre los años 29-19 a.C., Augusto emprende la conquista del noroeste peninsular en las conocidas Guerras Astur-cántabras, movilizando 8 Legiones. Tras la guerra, una de esas legiones, la LEGIO VI VICTRIX, establece su campamento en lo que será la ciudad de León.
Pero con los soldados, llegaron los civiles, surgiendo varios asentamientos de población alrededor del campamento, uno de los cuales se localiza en las proximidades de la confluencia entre los ríos Torío y Bernesga. Este enclave, denominado Ad Legionem VII Gemina en el Itinerario de Antonino, crece alrededor de la Vía I que unía el campamento de Legio con Milán.

Los problemas en Germania obligan a la Legio VI a abandonar el campamento en el año 70, aunque será ocupado poco después, en el año 74 d.C. por una nueva legión, la LEGIO VII GEMINA, que permanecerá durante siglos como la única legión de Hispania. Con ella, el campamento militar se consolida y petrifica, y su labor de ingeniería construye acueductos, vías, minas, puentes,… Es durante ésta época cuando Ad Legionem se desarrollará como vicus o cannaba, es decir, como un asentamiento civil que dependía del campamento militar.
Artesanos, taberneros, prostitutas, comerciantes, médicos, carniceros e incluso soldados retirados habitaban sus calles. La arqueología nos ha dejado parte de su legado. Sus talleres metalúrgicos para construir pesadas herramientas o sutiles joyas, sus hornos cerámicos para cocer las botellas que guardarían el vino. Varias tabernae acogían a los soldados para gastar sus denarios en vino o si el bolsillo lo permitía, en ostras. Prostíbulos con su recurrente cerámica eran otro lugar recurrente para unos soldados que llevaban siglos en paz.
La gente vivía en casas de adobe y tapial, con un zócalo de cantos rodados y dos pisos. El piso de abajo era para las tiendas, las tabernae,… mientras que el piso de arriba eran las viviendas. Algunos cruces de calles y patios abiertos daban vida al vicus, con sus zonas porticadas preparadas para que las carretas llenasen los almacenes de productos. El vicus estaba vivo y las remodelaciones convertían en viviendas lo que antes eran talleres, las casas crecían a costa de las calles y viceversa.
Este enclave era único en Hispania, la única población civil vinculada a un campamento activo, y ese carácter único se notaba. Ricos y pobres convivían, con sus cerámicas comunes y sus cerámicas de lujo, vidrios importados y ánforas que traían aceite y vino de diversos lugares. Incluso en esta población vivió el primer obispo de León y Astorga del que tenemos noticia, citado por una carta de San Cipriano de Cartago allá por el año 255, la primera evidencia del cristianismo leonés.
La vida transcurría en Ad Legionem con normalidad, creciendo y recibiendo a los visitantes que acudían al campamento legionario o que, simplemente, cruzaban la vía en dirección a Asturica Augusta. Pero la crisis del imperio se hizo notar, y a partir del año 270 varias zonas del asentamiento son abandonadas. ¿Qué ocurrió? Probablemente, la remodelación del ejército romano motivó la reducción de la legión y la inestabilidad socio-política provocó un desplazamiento de la población a un campamento amurallado que era demasiado grande para un destacamento militar de unos 1000 soldados. Esta unión de los asentamientos civil y militar daría lugar a la ciudad de León.

Texto: Victor Bejega García

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